Sinceramente, dudé un poco antes de dedicar esta entrada a este producto, principalmente por los tabúes y prejuicios que nuestra sociedad cristiana y occidental nos inculca al querer hablar en forma libre de nuestros genitales. Pero eso me da un poco lo mismo, así que voy a darle no más; yo como como tantas mujeres tengo una vagina, (no todas, ojo, para ser mujer no necesariamente hay que tenerla) y esta como otras partes del cuerpo, también necesita ser objeto de cuidado y consideraciones con su especial estructura. En si la vagina no lo es todo, también está la vulva que es la parte exterior que consta de los labios menores y mayores, el clítoris (la mejor cosa que la biología pudo inventar jamás), el hoyito de la uretra por donde sale el pipí y finalmente la vagina en si, que es el conducto que comunica con el útero, por donde salen los fluidos sexuales lubricantes, la sangre menstrual con sus coágulos y las guaguas. Entonces la vagina (o mejor dicho vulva, que es el término más exacto) también debe ser cuidada con amor y respeto por nosotras por todo lo importante que es y no ponerle cualquier cosa encima (eso vale también para los hombres). La cosa es que yo siempre le he dicho cariñosamente "coneja" a mi vulva, y como este es un blog para toda la familia, así le diré de ahora en adelante en esta reseña, sólo con fines estilísticos y metafóricos y para que nadie se saque los ojos con una cuchara oxidada al leer tantas veces las palabras VULVA o VAGINA porque la gente anda muy sensible últimamente.
